Cinco meses han pasado desde que escribí esto, que no pude compartir por ausencia de internet; solucionado el asunto del internet, luego advino la problemática del computador dañado por el screen y a esa le procedió la del final del periodo de vida del cable cargador. Si lo veo así, no es que haya tenido mucha suerte los últimos meses; pero, mi vida sigue siendo relativamente fácil, así que no tengo mucho de qué quejarme y si mucho para sentirme afortunada (ya parezco espiritualista). Procedo a publicarlo, mientras preparo un escrito (desde hace como 2 meses...) sobre la Transformación de sí o Traición de sí. Copio y pego tal cuál está en el documento de word:
Hace unos meses opté por escribir sobre un asunto del que yo
no tenía una idea concisa, pero, que sentía fraguar en mí. Supuse, siguiendo
los postulados clichés de Glee o Facebook que el asunto de la Confianza era un
círculo retro-alimentativo entre el hacer y el pensarse: obtenías confianza al
momento mismo en que la retabas. Si no tenías confianza para hacer algo, lo
hacías, y así la ganabas. Pero, esa solución me deja profundamente
insatisfecha: ¿y de dónde se consigue sacar el impulso inicial, que requiere de
ese componente que justamente se falta? lo que allí se plantea es que para
adquirir confianza requieres tener confianza. Esa no debía ser la solución.
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La cosa es que tu confianza en sí mismo no esté ausente el 80% de tu tiempo. |
Como buena hija de la sociedad postmoderna debo decir que
“la confianza es una construcción social” con la soberbia como si se tratara de
un axioma (es que algunos postmodernos nos contradecimos mucho). Al referirla a
esa condición lo que expreso es la ratificación del anterior párrafo. La
Confianza no es algo en sí, no es un objeto, y más bien creería que es la
lectura que se da a una serie de microrelaciones. Pero, permítanme pecar y
hablar de esa serie como si fuese un objeto dado y conciso, que actualmente
carezco de métodos más precisos de interpretación.. Con esto aclarado, sigamos
al problema.
Uso gran parte de mi tiempo en cuestionarme bobadas, sea la
cuestión del poder entre dos individuos disciplinados, sea la formación y
posibilidades de la identidad, sea la razón y posible juego de superioridad que
yace en el acto de aconsejar, etc.; es una tarea que me resulta encantadora y
probablemente mis perspectivas estén erróneas, pero, el simple hecho de
cuestionarme me permite construirme. Las respuestas que me iba dando me
sirvieron, sin desearlo a consciencia, a darme una respuesta temporal al asunto
de la llamada Confianza, y el compararme lo ratificaba: en mi caso, la
confianza la construída sobre un asunto ilusorio, que podemos llamar que es el
aprecio a sí mismo.
Quien lo haya desarrollado o posea esa facilidad de
confianza lo más seguro es que no aplicó lo que diré y que es hasta bastante
simple: se dice que el complejo de superioridad nace de uno de inferioridad. Es
porque te desprecias a ti mismo que pasas a despreciar a los demás, y allí
salen torrentes de metaleros y rockeros que van a tomar y fumar a Bantú o al
Periodista. Algunas personas dirán que la solución está en mejorar el
autoestima para evitar los complejos, pero, yo, desde mi nulo conocimiento de
psicología no lo recomiendo: la solución está en jugar con los complejos.
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Situación evitable mediante un sano ejercicio del complejo de superioridad. (La imagen no tiene mucho que ver, pero no encontré mucho material útil) |
Si se carece de confianza, que se construya un complejo de
superioridad. Esa es mi llana solución. Empiezas repitiéndote tu lugar
privilegiado en una sociedad que te tiene como prescindible, pero, no lo haces
para generar una ruptura entre el mundo y tú cual delirio solipcista, sino que
lo haces para reconciliarte, para jugar su juego. Es la consciencia del mismo
lo que te hará superior. La “Confianza” no la desarrollarás para una relación
externa (entre tú y el mundo) sino por pura vanidad (entre tú y tú). El juego
de microrelaciones es una prueba para ti, una prueba donde el otro es un objeto
con el que debes interactuar a consciencia para sacarle provecho.
Pero, seamos claros: es ilusorio. No eres mejor que ellos y
ni eres lo que crees ser. Mientras ves como se edifica tu propia vida como un juego
“a consciencia”, la realidad es que es demasiado cotidiana y no eres tan bueno
jugando como lo imaginas. Tu confianza es un edificio fantasma, ¿y es esto
malo? ¡para nada! aquí partimos de que no existe una confianza en sí, lo que
vemos en los demás es sólo una interpretación y limitada de una serie de
microrelaciones, y lo que conseguiste hacer fue crear un mechero que te lleve a
realizar ciertos actos. No porque sea fantasma significa que no creas en él:
ahí está esa ilusoria confianza que construiste con lo que no eres, pero, que
permite que finalmente proyectes eso a los demás. Casi que soy dogmática al
creer que no se es ontológicamente, no hay esencias en los humanos sino que
todo se construye y uno se construye a sí mismo y no desde una idea limitada de
“honestidad” sino de “proyección”.
Mi papá decía: no basta con ser honesto, también hay que
parecerlo. Por muchos siglos la subjetividad humana estuvo ligada a la imagen que, socialmente, se tenía del individuo. No se trata de agotar todas las energías en fingirse-otro frente a los demás sino de crearse a sí mismo a partir de la representación que se pueda tener ante ellos (en este asunto en concreto).
Para no perder la vieja costumbre de las imágenes y los videos, que se me ha ido escapando, anexo esta hermosa canción de Muse, titulada "Butterflies and hurricanes".
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