viernes, 12 de noviembre de 2021

Emociones y trampas musicales

Isabel compartió en su WhatsApp una versión en vivo y a dueto de Chau, de No Te Va a Gustar. Le respondo que la mejor de ellos es Tan lejos, canción que me retrotrae a la universidad, cuando conocí el grupo gracias a una compañera (y gracias a esa canción, tan sentida por mí en ese entonces). Nunca me adentré a ese grupo, pero volver ahí es interesante: me veo tentada a escuchar Ese Maldito Momento.

Mis últimos días han estado llenos de J-pop. Hablar con Jose sobre canciones que se presentaron al mundo como openings de X o Y ánime me tiene envuelta en la melódica voz de Nana Mizuki. Su álbum The Musuem III es mi fiel compañía para las labores un tanto mecánicas que desarrollo de cuando en cuando. Es sencillamente fenomenal musicalmente (a mi gusto), pues "Metro baroque" y "Synchrogazer" me calan hasta los huesos con su potencia musical: la primera por su emotividad, la segunda por su energía. La música me trae dicha, me aporta en este momento de calma que siento. Disfrutar del sol, del verde de los días, de la tranquilidad de las plantas, de mi suave rutina camina de la mano con las emociones que me suscita esta música. Mi autoimagen es que estoy bien, estoy tranquila. Mis despechos están con aquellos proyectos que alcancé a tocar en los últimos meses, y que tuve que dejar ver morir. Para ellos hay sus momentos de pensamiento dentro de esta rutina, en donde todo está en calma.

Pero, escucho un "Y no verte en mis mañanas ni sonreír con tu voz" y siento que se me parte algo por dentro. Mis ojos se llenan de lágrimas. Ya no hay una suave tristeza, envuelta en la calma, sino una herida que produce dolor. Santo Dios, ¿dónde estaba esto? No lo vi en las conversaciones llenas de flirteo que sostengo, en el cuidado que tengo con las plantas, en las noches de caminata con cerveza por el barrio. ¿Hace cuánto no me había permitido escuchar esta música? ¿Desde hace cuánto miro a un lado, siento desde otras matrices? Ahí está la herida que no sana, que sigue lastimando. De otros recuerdos me encargué ya: los he reconstruido tanto en mi mente que ya no me afectan, que son recuerdos vacíos. Me sorprendía de esa vacuidad, no lo niego, aunque me alivianaba la carga. Estaba soltando y me gustaba verlo así.

"Si no estás en mis mañanas, si no me río con vos... si me siento acorralado". Una herida no compartida. ¡En qué trampa tan boba caí! Mis emociones viran al autodesprecio: ¿cómo pude querer tanto a alguien que no titubeó en asesinarme simbólicamente? Cierro YouTube y vuelvo a Spotify... vuelvo a Metro baroque. Se atizan mis sentimientos. Un respiro profundo y retorno a ese presente con un velo de bienestar. Te vuelvo a enterrar. No quiero lidiar con eso ahora. Hay que enviar un libro. Ah, la voz de Nana... esos pianos. "El deseo de la paz se repite una vez más", ponen los traductores. La calma del presente, y yo ya no quiero nada que tenga que ver contigo en él.