lunes, 21 de diciembre de 2015

La sensación de lo mágico y su autoreferencialidad

Últimamente, con la implementación de los pilares del pensamiento de la Nueva Historia Cultural en casi todos los ámbitos de mi vida -pues soy de creer que el conocimiento está atado a una necesidad; que se busca porque se requiere y, en mi caso, la necesidad siempre ha rodeado la pregunta por el sentido-, me he vuelto un poco más materialista, si acaso hago un buen uso de ese término.

Siento que la teoría debe ir ligada a una práxis. Sí, sí, eso lo había entendido antes: la autopoiesis. Pero, ahora lo veo como una relación constante, que no se separa; no se puede entender teoría sin práctica ni práctica sin teoría. Preponderar algunos ideales es negar la vida misma y, con ella, la fuente principal de sus riquezas: las personas. Así que, toda idea debe estar sujeta a ser transformada por el devenir mismo. Ideas maleables, que preponderen el bienestar. Esa es la consigna.

Pero... confieso que no logro desligarme de algunas sombras metafísicas. En este caso preciso, la llamada «magia», que se basa, en pocas palabras, en leer linealmente una serie de acontecimientos para hacerlos especiales (resabios de la causalidad positivista y aquella otra que dictamina que las cosas «tenían que pasar»). Sé que tal pensamiento va en contradicción aparente con tal materialismo, pero... en la práctica, coexisten. El uno no implica una negación del otro, aun cuando, en la teoría, se vea una inconsistencia. Me justifico -aun cuando en algunos años, mi autocrítica me permita retirar mis palabras- en que es la multiplicidad misma de la vida, que no puede ser enclaustrada a un sistema.

lunes, 24 de agosto de 2015

Hoy tienes un recuerdo en Facebook

Hace poco, Nataly me mostró una función en FB llamada "Recuerdos". Básicamente, lo que hace es mostrarte qué publicaste, compartiste, te escribieron en el muro, quedaste como amigo de alguien en un día como hoy, pero de otro año. Me dio curiosidad y activé las alertas; los primeros días coincidieron con publicaciones de personas con las que no compartí mucho y uno que otro estado/canción con mi hermana, Laura. Fue bonito, pero no hubo mayor trascendencia. La aplicación cumplía su cometido de darme una pequeña risa.

Pero, resulta que no siempre compartes cosas que ves tan alejadas (o presentes, como mi amor con Laura) y por eso mismo terminas por olvidarlo. Ayer, no más, veía una publicación que fue comentada por quien luego fue pareja mía; rememorar cómo interactuábamos antes de tener la relación me sacó una sonrisa nostálgica, aunque él como individuo ya no me importe. Y hoy mismo veía una publicación en mi muro de alguien con quien tuve mi primera relación-constante-sin-compromiso. La publicación también estaba enmarcada en ese periodo del "antes de que pasara algo", cuando me parecía intrigante la persona, pero estaba en una relación... y bueno, yo también estaba intentando conseguir cercanía con alguien que me gustaba mucho por esa época (para spoilear, fue un completo fracaso, ¡mi buen 2013!).

domingo, 8 de febrero de 2015

¿Qué es lo que quiero?

Con Isaac he sostenido conversaciones sobre un tipo de interacción que me resulta fascinante: aquella en donde te tienen en la palma de su mano. Una relación caótica, donde no se presenta la seguridad sino que estás frente al no saber mañana qué será de ambos; en donde debes competir y resaltar, donde luchas por un control que no te otorgan. Las cosas no son fáciles y es eso mismo lo que le renueva la interacción; no hay cotidianidad sino que debes experimentar día tras día lo efímero y la inexistencia real de una relación... yo le dije que eso es lo que quiero; se lo dije a él y se lo dije a Cindy (esas cosas que uno habla con los amigos), ya que creo que soy una incapacitada para el compromiso por mi necesidad de tener buenos periodos de tiempo para mí.

Me emociono ante la idea; apenas atisbo algo similar, algo que me pueda hacer sentir viva, me lanzo, sin contemplar mucho las consecuencias. Aquella ciencia métrica del bien de la que hablaba Sócrates no tiene mayor relevancia en mí, que vivo creyendo en la vitalidad del presente frente a cualquier falsa ilusión del futuro. Me entran deseos de entregarme al caos, de sobrepasar los límites que me definen y perder toda identidad en el proceso; temo y añoro los pensamientos que me despiertan lecturas como El Tunel o Rosario Tijeras, en donde Juan Pablo Castel o Emilio se hunden debido a una orientación peligrosa de sus obsesiones. Podemos decir que ambos llegan al asesinato, apelando a cierta locura. Su mal no fue intrínseco, no estaba "dentro de ellos", sino que lo desarrollaron. A todos podría acontecer, y eso es lo terrorífico: aquel peligro que está próximo. No es que yo espere llegar al asesinato, pero si deseo desbordarme, perderme, que la situación me fuerce a dejar atrás el molde en que ahora estoy metida.