martes, 2 de julio de 2013

Y mi pequeño desajuste...

Quiero hablar sobre las generalizaciones, pero, es algo que siento que en gran parte está ordenado, mientras que, por otras razones, siento la necesidad de aclarar mi mente por medio de las palabras -la función principal del escribir para mí- y resulta que hay asuntos que me turban más.

Los asuntos son eminentemente personales. Hallo desorden en mi forma de percibir las cosas, desde mis horarios de lectura hasta las relaciones sociales, y he allí en éste último donde se halla mi mayor problema, o aquello que me causa más preocupación.

Me encanta clasificar -no de forma estática, sólo clasificar- a las personas (jeje, curiosamente, ésto es una parta importante de las generalizaciones). Las clasifico según el sentido que tienen para mí y en mi proyecto de vida. En éste campo, aún a pesar de la tristeza de sentir la lejanía, todo iba muy bien... hasta no hace más de una semana.

No sólo la aparición de nuevas personas desajustó mi control sobre mis círculos sociales, sino los cambios dentro de las personas que ya conformaban e incluso identificaban categorías. Y me vi envuelta en el lío típico de los indecisos cuando pierden la idea de control sobre sus asuntos: No supe qué hacer. Realmente, no sé qué hacer ahora mismo... no sé qué camino tomar, cómo tomar cada relación y categoría, no sé cómo clasificar bajo la idea del futuro a cada uno. Las cosas se desajustaron, se salieron de mi previsión y eso me hace sentir insegura. De fondo escucho el leve eco que clama un "Que fluyan, que las cosas fluyan, que fluyan", que se hace bastante lógico, pero, incompatible con mi forma de ver el mundo.

¿Y por qué necesito ese control? Para ajustarme, para sentirme yo, para hallar sentido... las conversaciones porque sí me aterran, y a todas las encamino hacia mi fin póstumo: El amor indiscriminado, el amor al prójimo -sí, estoy muy lejos, pero, procuro conducirme hacia allí-. Pero, una cosa son las conversaciones, y otras la perspectiva de la relación en sí, y más cuando se inserta un componente peligroso: La atracción.

¡Oh! ¡Hermosa vida del monógama de corazón! De aquellos que en la metáfora del corazón aseguran sólo tener sitio para una persona. Yo lo he sentido, y es espléndida esa concentración porque te da seguridad, así no sea correspondido. Al dar certeza, da orden, permite edificar a través de él.. pero, cuando el reflejo en el agua no es el típico de un lago sino de un río con aguas apresuradas. Allí no hay certezas y el tener tantas fuentes de estímulos aparece la parte negativa de la duda, aquella que te incapacita el accionar.

Aparecen factores que tensionan tales como la espectativa y la idea de la oportunidad perdida. Y no sabes en qué creer, no sabes cómo verte a ti mismo en relación a esos conflictos sociales, no sabes qué hacer y hacia dónde caminar. ¡Todo es tan turbio!

Un rato a solas, tal vez sólo quiero eso. Un rato realmente a solas. Que la mañana lo brinde, que el sueño no sirva de excusa... ¿es mucho pedirme a mí misma?

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