Aún cuando, si soy precisa, debo admitir no he leído nada serio de la lingüística, mi pensamiento prepondera la función del lenguaje. Y aún cuando lo que puedo hacer es netamente esbozar ideas generales debido a que no he entrado en detalle ni con los grandes teóricos del tema, me parece que no sobra el que comente un poco el cómo le percibo.
Me encanta el lenguaje. Me encanta cómo construyo mi mundo a través de él, y es el medio que reconozco para hallarme a mí, para llevarme a la acción, para entender a los demás y para ampliar mi entendimiento sobre cualquier cosa de mi interés. No creo que la idea preceda al humano, por lo que estoy relativamente de acuerdo con la existencia precede a la esencia, pero, una vez nace el concepto, todo queda definido por él. El hombre se reconoce hombre porque existe una idea de humanidad, así ésta no sea "correcta" sino el resultado del espíritu de una época. Al momento en que un ser humano nace, está precedido por una cultura que lo termina engullendo y el resultado de ese proceso de moldeamiento -por llamarle así- es el sujeto. Estamos atados a una estructura mediante interminables vínculos que en parte nos "determinan", pero, ese determinismo no es fatalista, o bueno, lo es sólo un poco: Eres lo que los demás han hecho de ti, pero, eres también lo que tus probabilidades en un campo de acción enfocaron (mi idea de la "voluntad", aunque prefiero relacionarle con la "necesidad"). Tienes una libertad, que es la de elegir; y esto no significa que todo esté abierto para tu mundo, porque las opciones son cerradas y determinadas previamente, pero, sí puedes optar por cuál -dependiendo también de una personalidad formada por éste multi-determinismo, por llamarle de alguna forma- tomar.
¿Qué quiero decir con todo ésto? Para mí, el humano está encerrado en el concepto. No es lo único, pero es la cuestión más importante, porque el concepto determina los sentimientos (que también son conceptos) y el sentir.
Nuestra idea del amor está inmersa en todo un protocolo de acción que, claramente, se apoya en el lenguaje. Amor no es solamente una reacción biológica, sino que lo cargamos con una significación simbólica donde se ama desde el perro al amigo, a la mamá y al peluche de infancia. Y todo ésto se construye a través de una asimilación de un lenguaje que no es propio del individuo, pero que éste interioriza y genera nuevos vínculos dentro suyo. Ese momento en que alguien dice "Pero nuestro sistema de transportes es el mejor de Colombia" y te hinchas de orgullo -al igual que las gran mayoría que escucharon la sentencia- por algo que no tiene que ver con tu labor, que lo hicieron otros que ni te conocen, todo por una idea de identidad cultural, nos muestra que los sentimientos son conceptos, que se forman dentro de un lenguaje, que no son tan naturales.
Y aquí me arriesgaré más, diciendo que nuestro sentir está determinado por el lenguaje. Que algo sea bueno o malo depende de la significación que le demos. Que no te sientas bien haciendo algo que para un tercero es placentero es por la idea preconcebida del mismo, que sea por la satanización que le diste, sea que no puedas disfrutar de una canción porque es un género que debes detestar o porque después de años de interiorizar una idea seas incapaz de conmoverte frente al llanto del otro.
El humano, tal como ahora se presenta, es lenguaje. Bueno, yo introduzco al símbolo dentro del lenguaje, no sé si será válido... y no digo que sea lenguaje rondando en el consciente y que tenemos el poder de todo lo que hacemos, que la voluntad y que el yes we can do it, no... el lenguaje se interioriza y hace parte de eso que llaman -y que tampoco conozco, que atrevida yo- el inconsciente. Pero, nuestra relación con el mundo la generamos a partir del lenguaje.
No sé cómo será con el caso del lenguaje musical o el matemático... pero, supongo también cumplen su importante roll.
Aún cuando tengo creo que mi pensamiento tiene cierta lógica, considero que sigue teniendo muchas carencias, muchos huecos... la perspectiva todavía es demasiado lineal, y ésta insatisfacción me incita a no publicar. Más, si no lo hago, ¿cómo podré notar una transformación del pensamiento? Ya mi compromiso sería el tratar de profundizar las palabras aquí dichas, el cubrir huecos y, si es necesario, retirar mis palabras ante nuevos conocimientos.
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