martes, 8 de octubre de 2013

Pseudo carta a un alguien

Que curioso... reabrí el FB, y me sentí como cuando uno vuelve a salir con los amigos del colegio: Extraña. Entre porque buscaba a alguien, que se suponía hace parte de mi lista de contactos. No he hallado su perfil activado, y me decidí a esperar por su regreso, más, la falta de certidumbre sobre si regresará o no me ha llevado a renunciar a mi propósito, por lo que vuelvo a cerrarlo.

Un sabor un tanto amargo me rodea. Puede que mi decisiva de cerrar el FB -por un mes una semana- pudo haber resultado presurora, pues caí en cuenta que no había forma de comunicarnos. Pensé le había dejado mi correo electrónico, pero, no veo donde conste que lo hice, y sé que no tengo su correo. Sé que si mantengo el FB desactivado, se cerrará el único modo de comunicación que realmente unía, pero, tengo una pequeña esperanza, que será la entrada.

No me gusta expresarle a las personas su especialidad en mi vida. Me siento dependiente al hacerlo, y casi nunca expreso con palabras -ni actos- lo que opino de ellos, no en cuanto ellos son, sino en relación a lo que son conmigo. Ha sido una queja constante, y puede que termine alejando a algunas personas ante la carencia de seguridad que obtienen de mí. Después de considerarlo, hoy quiero renunciar un poco a mi actitud indiferente.

Se conocen muchas personas. Tratas de generar diálogo con algunas, cuestionas a otras, sonríes a otras tantas y preguntas por cómo le están yendo... por lo general, interactuar es algo bastante cotidiano, pero, cada forma se puede convertir en especial, y es aquí donde me importa una.

Hay seres humanos que se embisten de misterio. Lo cotidiano no se convierte en un tema de socialización importante, y las dudas o pensamientos que recurren con frecuencia a la conciencia toman ese papel prioritario, siendo desde allí donde se relacionan con el otro. Es gente no tan frecuente, aunque si llegas a conocer un considerable número. Las interacciones con ellos se vuelven dinámicas ya que ambas personas se enfrascan en un juego del lenguaje, lo que me recuerda un poco a Aristóteles en cuanto se vuelven más poéticos, y por tanto, más filosóficos: Hablas de lo que en el plano fáctico se vuelve ilógico, pero, que el discurso legitima, y es un estímulo constante hacia la visualización artística, hacia ver lo que no puedes experimentar.

Lo especial llega cuando no sólo está esa característica para hacer de las conversaciones un juego conceptual, sino cuando descubres una intriga hacia algunos conceptos... intriga que tú compartes: La intriga del ser y su sentido. No es tan común verlo, o no para mí. Me abruma la pregunta por el sentido, y cada día debo luchar contra el sin sentido que crece dentro mío, y es cuando llega otro ser humano a liberarte de la carga del lenguaje al permitirte el diálogo. Este ser en si mismo alberga una duda similar, lo que hace que, al momento del encuentro, tenga también edificado un marco teórico. La interacción libera en cuanto permite crear sentido: Desde el plano en que te estás preguntando por las cosas existe una forma de observarlo de distintas maneras, existe una forma de CONSTRUIR, y el construir otorga una dirección, un camino a seguir, un sentido al cual dirigirse.

En mi limitada experiencia, esta gente no es común. Algunos comparten una insociabilidad en cuanto deseo al aislamiento. Pueden estar rodeados de personas, pueden hacer amigos y pueden tener grandes habilidades sociales, pero, tienen gran amor al tiempo consigo mismos, sin nadie más. Pueden ausentarse por temporadas, pues no se sienten fuertemente vinculados a los demás, aún cuando pueden extrañar. No son comunes, pero, pueden ser difíciles de tratar, y aunque las cosas puedan ir bien, de un día para otro, todo puede cambiar dramáticamente.

Creo que no hablamos desde julio, no sé si acaso hubo contacto en agosto. Sólo sé que era "diferente", sólo conozco a otros dos de ese tipo. Mis deseos son egoístas: Me siento estancada, siento que no soy capaz de construirme, no en este contexto, no con las personas que ahora mismo me rodean, por mucho que les pueda apreciar.

Lamento no haberle dado el email cuando lo sugirió. No pensé que cerraría su FB, y luego no pensé que yo cerraría el mío. Le debo al menos un capucchino -a cambio del arroz soplado-, y me debe un comentario profundo sobre la interacción de los dos Eros: aquel que inspira el más noble amor y aquel que inspira las mayores pasiones. No sé si le quedó el tiempo suficiente que deseaba para plantearse cara, y no sé si terminó de leerse La Paloma en alemán, o seguirá en stand by. Sé que le quiero agradecer por permitirme construirme con sus palabras.

Sé que habló de la ausencia, pero, no es que entable una relación antagónica con ella o espere un diálogo intenso, sólo espero tener la oportunidad de acercarme cuando lo desee o que pueda hacerlo de igual forma, que no haya la imposibilidad de medios que actualmente existe. El diálogo que se emprendía era estimulante y si pudiera reanudarlo, me sentiría encantada. Su forma especial de enfocar las cosas las hacía interesante de observar, y la falta de certezas fue un factor que permitió una transformación continúa.

Arigatou, namae no nai kabutsu.


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