viernes, 27 de septiembre de 2013

Anger

Camino rápido, procurando que el paraguas cubra mi rostro. Un mensaje de texto en el momento equivocado -por tan sólo unos pocos minutos- aumentan una pasión que de a día por día se va revelando. Una mirada de desprecio, y un ego que se tambalea; es la segunda vez en dos días que me ha quedado mal, pero, la protesta en mis pensamientos no es sólo de un caso aislado. La eterna insatisfacción aprovecha este punto de fisura y presenta su obra: Un hermoso drama que contiene momentos y personas, momentos y personas. Resucitan a Hobbes sólo para hacerle recitar que el hombre vanidoso clama porque se le de socialmente el valor que él mismo se confiere -que no escatima para el caso-: ¡ay, vanidad! me hierve el cuerpo al considerar que se me es negado mi justo valor, esa figura que con fervor he construido es negada ante bocas atrevidas que censuran más rápido de lo que escuchan; fútiles palabras son expresadas y en mi interior crece un aborrecimiento ante una figura tan ligera -propio de aquel que se convierte en elitista, claro, elitiza sólo lo que para sí mismo es interesante, ¡cuán ciego se es!-. No hay dónde refugiarse; las herramientas para negociar conmigo misma se empiezan a gastar. La rabia silenciosa crece y se acumula, y a veces no hay quién detenga el proceso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario