sábado, 28 de septiembre de 2013

El yo como agente transformador

Creo que... mis relaciones sociales se basan en la idea de cambiar al otro. Yo como agente transformador. Induzco a quienes me rodean a que tomen lo que yo llamo "consciencia de sí". No es que lo haga realmente a propósito, sino que es mi forma de vincularme con el otro. Le llevo al interés de que se asuma, de que se piense y describa; creo que eso está bien, que el poder autodiagnosticarse les dará más control sobre sus vidas, que el aumentar su comprensión de sí mismos generará un cambio en la relación que tienen con esa figura que llaman yo, y por lo tanto, la implementación de un mecanismo más eficaz, de un discurso que abarque más ejercicio del poder... pero... no lo hago por ellos propiamente hablando, lo hago por mí.

Creo... creo que busco a alguien que pueda ejercer un papel, una tarea. No quiero sentirme estancada, no quiero perder de vista mi difuminado sentido ético, y si no hay alguien así, me siento en el deber de formarlo... para mí. Lo dijo John Stuart Mill: "Apenas existe una situación más desfavorable para mantener la elevación del carácter o la fuerza de la inteligencia, que vivir en compañía y buscar preferentemente la simpatía de personas menos dotadas intelectualmente. [...]". Sé que casi todas las personas son superiores a mí en algún conocimiento, pero, de las que conozco tantas carecen de eso, de esa intriga ética, esa necesidad de construir sentido y vivir persiguiendo unos ideales basados en la virtud, tan pocos se intrigan por indagar en eso...

Es así como quiero inducirlos a generar algo que no necesiten; puede que les sea provechoso, pero, podrán convivir sin eso. Es así como, cuando se muestran flexibles y se dejan conducir, los idealizo, aún cuando sólo permiten eso: que se les conduzcan, no hay una iniciativa real. Y es así como no los admito como son, como, para mí, se me muestra como casi imposible tener una relación que pretenda la estaticidad en el otro, o bueno, la nula influencia mía para su cambio. Es así que, cuando encuentro a alguien con una tendencia melancólica, lo fuerzo a asumirla, a que sean otra cosa, a que se transformen para mi regocijo, para lo que considero será mi crecimiento emocional.

He puesto una batuta muy alta, que, probablemente, yo no cumpla. Y el que las personas no lleguen a ella me hace sentir una terrible decepción. Sé que la decepción nace de mi egoísmo, así como el odio, pero... siento que no puedo evitarla, siento que no puedo hacer caer la batuta, que esta no puede ceder. Si lo hace, caigo en el sin sentido y posterior deseo de huir...

La entrada carece de desenlace, pero, me siento imposibilitada de darlo. Sólo puedo admitir que empiezo a detectar algunos principios personales para mi relación con los otros: Primero, el yo como sujeto especial, que brinda compañía y aquello que otros podrían no hacerlo, que busca formar una relación pseudo-ética; segundo, el yo como agente transformador, que busca moldear al otro a la imagen del ideal del auto-conocimiento para un crecimiento ético propio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario