sábado, 15 de marzo de 2014

Un año más de experiencias

¡Ay! Ya estamos dizque en marzo y yo todavía dudo cuando inscribo el año en el cuaderno para dar cuenta de la fecha. No sé si mi falta de atino con el tiempo tiene que ver con la descripción que mi admiradísimo Rojas comentaba sobre el melancólico, donde era un ser que ignoraba el tiempo. La extrañeza aumenta cuando los ánimos bajan y es que la ciudad tiene cierta pestilencia que me pseudo-deprime, porque desde que estoy en Medellín tengo unas ansias de pasarme el día en la cama con los sueños diurnos y aquellos del inconsciente que ya no consigo recordar.

¡Veinte años de existencia! Un quinto de siglo, y no me siento una autoridad en cuanto a la vida experimental, aún cuando me jacto tanto al hablar y recomiendo con tanto orgullo modelos de interpretación de la existencia. Y es que si en algo me he acercado a eso que llaman "esmero" es en formar una forma de ver el mundo que lo más seguro es que sea contradictoria o peque de un descarado eclecticismo, pero, que la generalidad que la envuelve me impide ver la carencia de contenido que tanto critico en otros.


Lo que sé es que en este añito que transcurrió, desde aquel 2013 hasta el presente, he cambiado mucho. El entusiasmo ético se ha perdido y me amenaza un desgarrador pesimismo en los demás y, principalmente, en mí. No sé si sea la contaminación audio-visual de Medellín o una característica ontológica propia de mí, pero, el sin sentido me abruma nuevamente aún con la adherencia que he solicitado al esteticismo. La mayoría de las relaciones sociales me pesan: nada es como lo deseo, pero, ¿qué deseo acaso? el egocentrismo crece auspiciado de lo que llamaría una falta de valoración externa, y es que, aún cuando pueda escuchar o leer palabras de exaltación y apreciación, la perpetua soledad en que me siento hace que me sea imposible entenderlas o traerlas a mí. No más ayer le decía a Andrés H. que gustaba de la celebración del cumpleaños porque los afectos se hacían explícitos con las palabras y estas conseguían conmoverte, pero, hoy me hallo fría ante estas hermosas intenciones.

Me asusta pensar que puedo estar transmitiendo eso. Que los demás podrían estar notando la indiferencia hacia ellos mismos aún cuando me 'esmero' en mantener el interés. Y es que sus ideas de unicidad los lleva a juicios injustos, sea el caso de Sebastián P. o el de Luisa G., donde esa sería mi "verdadera" identidad cuando tal cosa no existe. Esa sólo es una variable de lo que soy (si es que soy); todo lo que muestro soy yo, toda palabra proferida es una muestra de quien soy. Soy lo que soy y lo que no soy, como diría Heráclito según una conferencista cuyo nombre ya no recuerdo.

Pero, no se trata de que no sienta. Me estoy 'humanizando' más. Mi último viaje por las tierras del romance me ha trastocado intensamente, casi llevándome al llanto cuando veía todo derrumbarse, y si bien hay personas que me han hecho llorar, nunca he llorado propiamente por esa razón. Si nos ligamos a esa idea decimónica del progreso, tal vez la próxima vez lo haga. Me he sorprendido en mi propia inmadurez impulsada por el orgullo, y he hecho algo novedoso: eliminar una conversación. Jaja, para algunos podría resultar algo fuera de sentido, pero, si algo conservo con ahínco son los historiales de conversación ya que me permiten re-examinar circunstancias y rememorar datos que la memoria tergiversa. Resulta doloroso, pero, complaciente al mismo tiempo el saber que las cosas consiguen tocarme, consiguen generar un impacto en mí. Aunque me asusta la pérdida de control sobre mi propio sentir, y me asustan más las causas que terminan atando al sentir ya que irrumpen mi Super Yo.

Lo bello de todo esto es que, en pequeños momentos, he logrado empatizar con emociones ajenas. Las historias felices y tristes me tocan. Puede que incluso me 'esconda' de las personas, pero, la constancia es mayor que en pasados años. Ahora asumo más el rol de confidente y eso es una victoria decisiva.

¿Qué cambiará en mí este año? Creería que me es imposible preveerlo. Toda perspectiva a futuro carece de detalles y por eso incluso es deformable, tal como los horóscopos. Prefiero esperar a que me sorprenda.

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