domingo, 3 de febrero de 2013

¿Jugar al control de la vida?

Es curioso como eventos meteorológicos coinciden con eventos personales. Hoy llovió, ¡y cómo se creció el Río Medellín! ¡Ah! se terminó enero, pero, me colmó de dichas, aunque también cobró su taquilla: Se creó una rutina que ahora debe ser rota, y me pesa, ¡cuánto me pesa! Añoro lo compartido, y ahora siento una especie de vacío. Pero éste sufrimiento también es agradable, porque me enseña que ésto es real, que es humano.

Bueno, bueno, llevo casi un mes sin escribir. Hablaré de algo simple, para reacostumbrarme (aunque de por sí todo lo que escribo es simple). ¡Los bonsais no vienen en semillas! Sí señores, la señorita aquí presente casi juraba que venían en semillas, que eran como las razas en los perros: modificaciones genéticas para conseguir esos pequeños tamaños. Pero, ahora me he enterado que no, que se le debe cuidar para que se mantenga así. 

En uno de mis propósitos para éste 2013 estaba el cultivo de una planta, ¡el cargar la responsabilidad de otra vida! Ya fracasé con mis dos pequeños hamsters, Nitus y Litus, pero espero ahora no fallar y cuidar de una planta. ¿Qué especie deberemos elegir? Lo principal es algo que crezca entre los 100 msnm y los 1600 msnm, y a eso le sigue que sea pequeña y tenga flores. ¿Un bonsai podría ser? Se rumorea que requiere de perseverantes cuidados, y no es que yo maneje el arte de la vida.

¿Y será válido jugar al control de la vida? Y peco con insistencia en mi egocentrismo, pero, considero que no podría haber nacimiento más hermoso que el que proviene de una representación subjetiva, de una creación de un símbolo, que trascienda la significación corriente y aluda otra realidad. ¡Aquella semilla electa será diferente a las demás! Podrá resultar en fracaso, podrá sufrir el trágico fin fúnebre, pero, incluso ante éste destino fatalista, habrá sido más de lo que pudo haber sido en otras condiciones, ¡cómo si de algo le sirviera a aquel árbol en formación! Más, sólo podré ofrecerle eso, sólo acaso puedo ofrecerle una meta humana, que es la inmortalidad entendida como la prolongación de la existencia basándose en la mentalidad colectiva ante la impotencia de la prolongación biológica. No le podré dar una mentalidad colectiva, pero, vivirá en mí. ¿Y si los árboles tienen un alma, tal como la comentan las religiones más preponderantes con los humanos? Bien haré entonces en recordarle.

No dejo de preocuparme por mis supuestas intenciones. Está claro que me gustaría demostrar responsabilidad en un procedimiento, que me encantaría sumergirme en la constancia y dedicación de algo que me pueda dar frutos tangibles (no digo yo que los otros procesos no lo hagan, sino que los resultados dependen de muchos otros factores y se manifiestan en formas más complejas), anexándole acaso un contenido simbólico, que es la idea de compartir la práctica con alguien más, y no un alguien cualquiera, sino alguien que al tiempo en sí mismo representa ese mismo proceso [Nada menos que con quien siento un vínculo amoroso]. Sin embargo, también está lo que ya puse en la mesa: El control de la vida, o a relación, de la muerte.

Aún cuando el tema me resulta excitante, y si fuese otro el que me comentara a profundidad de la idea, creería que resultaría cuestionándole por aquellas miras, ¡oh! le preguntaría si así como se encuentra cautivado con la idea de la vida, encierra un sigiloso interés en la muerte. Como dirían por allí: Si deseas salvar a alguien, al mismo tiempo deseas que exista alguien en peligro. Aún así, supongo que en mí esos enigmas en relación a la muerte no tienen mayor importancia para éste propósito. La impotencia que sufrí cuando perdí a mis dos hamster fue muy poco placentera, y no creo estuviese jugando a la imitación de algún poder divino sobre la existencia, ni creo ahora lo estaré. 


Sin más que comentar sobre el tema ésta noche, cierro ésta entrada, probablemente incoherente, pues no tenía un esquema en mi mente mientras mis dedos se deslizaban sobre el teclado reproduciendo las recién generadas palabras en sucesión unas con otras.

Hoy no vi la luna... no me he asomado. Algo me oprime.


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