sábado, 11 de mayo de 2013

Doña Matina

Hace unos días me cambié el nombre en el facebook, cambié mi imagen de perfil y puse a mis 121 amigos (hace poco casi había alcanzado los 100 de nuevo con la eliminación de aprox. 50 contactos, ¡casi!) en la lista de acceso restringido. ¿Por qué lo hice? Bueno, la explicación no será muy satisfactoria.

En esos momentos en que el ánimo decae por varios días seguidos (imagino que cambios hormonales), entraba al facebook, veía mi lista de conectados y no pude evitar sentir cierto desprecio: Desde mi perspectiva, por lo general, mis contactos son personas simples, personas que sólo preguntan por la música favorita esperando coincida con la de ellos, y si no coincide, se deshecha la información. No tienen mayor interés por indagar en el mundo de las nociones, o al menos no conmigo, y en ese estado anímico yo propendí al egocentrismo, sintiendo crecer en mi una incipiente misantropía, y lo que deseé negar fue el acceso a mí, me negué ante ellos. No verían mis fotos, la canción que desee publicar o mi nombre, les sería negados pues no tenían una real curiosidad hacia mi persona como para que tuviesen tanto acceso a mí. Sí, sé lo tonto que es...

La cosa se desenvolvía por esos lados cuando hace pocos días escuché un "Enamorado de ti, de ti que ni siquiera sé quien eres" (palabras de la canción El seductor, de Bazil) y no pude menos que cuestionar lo dicho: ¿cómo es posible enamorarse de alguien cuyo nombre se desconozca? Pensé entonces en la identidad, en sí era posible hablar con alguien de forma constante ignorando el cómo se llama. A eso vino a mi mente un simpático contacto del facebook al que no me sé su nombre real, que se apoda como Santiago Calle. Acto seguido, recordé mi información de perfil: aquella pequeña parte donde dice que aprecio la honestidad, no como un abultamiento de datos precisos, sino una conversación donde se exprese una opinión que sí se crea, no que aparente ser. Y claro, recordé que cambié mi nombre de perfil. Todo se alineó, ahora mi acto infantil tenía una razón de ser más interesante a mis ojos.

Twilight Sparkle. Una pseudo-reflexión sobre la realidad de las cosas (Un unicornio es tan real en la mayoría de personas que me rodean como lo es un panda: a grandes rasgos, la diferencia yace en que el primero es catalogado por consenso como fantasía mientras el segundo como realidad, pero, nunca se ha visto uno a tiempo real)

Ya no era una pataleta, sino una forma de interactúar insinuante: El desechar mi identidad bajo cosas concretas o cerradas, como el nombre, y plantear en su lugar a quienes me agreguen un conocimiento del otro desde su forma de expresarse. Así, yo no soy un nombre y no soy una banda musical (aunque ésta hable mucho de alguien), sino que soy mis preguntas, soy lo que tomo de lo que el otro me dice, soy lo que enfoco, soy mis expresiones, soy lo que callo. Todo da cuenta de mí, todo indica quién soy, y probablemente lo haga mejor que mi foto, que una canción que publique o una imagen que comparta, porque esa información no se vincula a una idea de un alguien, sino que se ubica en retazos sin aparente mayor conexión. Al tiempo que el ejercicio me ayuda a recordar esa idea de honestidad, esa forma de relación a partir del cómo se expresa y no sólo de lo que se expresa. Y debo decir que las conversaciones que he empezado a desarrollar con contactos nuevos han sido un tanto diferentes, enfocados a perspectivas y no el típico protocolo.

¿Y por qué quiero hacerlo así? Bueno, hace poco alguien me saludaba y decía que quería saber el cómo pensaba. Cuando optó por preguntar, lo hizo sobre mis horarios de clase, y se me excusará, pero, considero ésto no da cuenta de una forma de pensar, que ésto es transcribir una información ya dada, que no hay mayor interpretación en decir tu horario. Así mismo pasa con la mayoría de información que pulula en las conversaciones. Negar desde el principio éste modelo es introducir al otro en ésta negación de lo mecanizado, es comunicarle unas nuevas reglas de juego, y para mí, éstas son suficientes razones para mantener mi nick y avatar.

Como punto final, es una anulación de mi parte. El no permitir el ingreso a mis publicaciones conlleva a que no publique, a que no espere que los demás me conozcan por medio de una canción, anhelando que alguien halle el sentido que veo yo en ella, conducta que por cierto es muy egocéntrica. El no publicar se contrapone a ese deseo de manifestarme, de hacerme notar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario