miércoles, 22 de agosto de 2012

Indiferencia

Dicen que lo contrario al amor no es el odio, sino la indiferencia. Es una frase que leí ya hace mis buenos años y soy partidaria de la misma.

Antes de iniciar el tema, quiero dejar por claro que, en mi parecer, las características humanas no son asuntos que se comprendan aisladamente, sin interacción entre ellas o sin aparente conexión, sino como un sistema, un entramado conectado con coherencia, o al menos así lo veo yo, por lo que asuntos como la indiferencia tienen mayor albergue que una llana descripción en la RAE de lo que pueden significar. Obviamente, no describiré la palabra en todas las situaciones, sino que daré énfasis a aquellos asuntos que me atañen.

Diría yo que somos como una paleta de colores en cada característica, padeciendo cada una de ellas, pero, reconociéndose por la intensidad de cada cual. Es algo normal, porque no estamos en blanco y negro para que se diga que se es o no se es, somos más bien policromáticos. Más, soy también partidaria de las generalizaciones, no iniciando la frase con un "todos los..", pero sí con un "la mayoría de los..." por lo que cuando la balanza se inclina para un lado, para mí, representa una categoría, por lo que esas características se pueden cargar sobre alguien.


Se supone que no debo categorizar entre bueno y malo, pero, me es inevitable el hacerlo cuando me quiero mejorar, ya que, si todas las características son apreciadas como iguales, no habrá necesidad de cambiarlas o pulirlas. Se reconoce de por sí que nada de lo que está en nuestro alcance es perfecto, por lo que de por sí tenemos un motivo para seguir desarrollando características, pero, se debe también reconocer las cosas que no sirven o que obstruyen otros procesos, y ésto me da razón para continuar la dualidad "bueno" y "malo".

El no sentir, el no interesar, el no importar, más o menos eso es la indiferencia. Algo así como un estado muerto, o al menos no-vivo. Algunas personas se admiran cuando digo que soy alguien que tiende a ser desprendido, tomando esta característica como ventaja. No sé si lo hacen por esa falsa cortesía que yo también tengo, aunque la justifico en que me esfuerzo por creer lo que digo ya que trato de no juzgar a los demás. Algunos comentan sus penas y ponen como culpable a la sobreimportancia que le dan a las cosas, alegando que todo sería más fácil si no fueran tan apegados a esos objetivos.

Me atrevo a juzgar que su juicio falla por dos razones fundamentales: La primera, por la mala concepción que tienen del querer o interesarse, que de por sí lo connotan con la posesión y por eso tiende a fallar estructuralmente; la segunda, que algo sea más fácil no significa sea mejor, es más, hay menos realización como ser ante la facilidad que el esfuerzo.
Psicología barata y mal edificada como merienda

La verdad, encuentro aterrador ese estado de indiferencia que manejo. No es algo que yo haya elegido conscientemente... probablemente las causas estén más cercanas a esa idea de entramado mental en pro de la defensa o protección del Yo, cerrándose al mundo y, por su lado, ensimismándose, y éste proceso reconocido como el centro de mi personalidad, como la infraestructura. Estoy casi segura que ésto ya lo había comentado, pero, no encuentro la entrada.

Posiblemente, a reacción de ese proceso, terminé sellándome, pero, así como dije lo de la gama de colores, el problema acontece cuando la intensidad es alta, ya que se aleja de la moderación que tanto estimo, y mucho repetimos que los extremos son malos. Podría estar catalogando mal, pero, la indiferencia lleva al cinismo generalizado. Cosas como la situación de los desfavorecidos físicamente o socialmente no entra en tus intereses, y si acaso lo consideras, es por la presión social. Que quieras entonces encaminar tu vida hacia el bien ajeno se hace dificultoso, pues es una meta que en aquellos momentos de desaire puede restarle fuerza a tu causa, ya que no sale del "corazón", no es algo que ames naturalmente, sino más bien una imposición propia.

Y tal vez estoy dramatizando, pero, me parece que la conexión entre indiferencia y vacío es amplia. Si la indiferencia es lo contrario a eso que llamamos amor, entonces, es lo que más cerca se encuentra al vacío, que se produce por falta de ese mismo amor como emisor. Pero... no sé cómo cambiarlo... lo único que se me había ocurrido fue modificar el primer yo, y no niego que ya ha funcionado, pero, el proceso está enfocado más que todo en la interacción, no en los otros aspectos trascendentales... e incluso en la interacción me encuentro con muchos "Pare", que defino como la falta de estímulos, que terminan haciéndome deshechar el proceso. Sé que si quiero cambiar, me toca entonces crearlos... pero, es complicado... llevo a las personas a hablar de sí mismas para conocerlas, pero, una vez que interpreto a mi manera su proceso mental, cuando siguen hablando de sí mismas (cosa que yo las acostumbré) me aburren. No creo que sea alguien de modas, como me sugirió alguien hace tiempo, sino que estoy edificando mal las relaciones, y tengo que corregirlo... el problema es que tampoco tengo la voluntad de hacerlo con muchas de las actuales...


Hablando de los colores en las características, anexo una linda melodía de Basilio. Si bien su reflexión se basó más en el tema racial, es un tema que se puede extrapolar, como casi todo lo que está en nuestras manos.


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